22 de agosto de 2012


No es añejo el tronco más alto
ni el más ancho,
ni la copa más tupida.

No es templanza de vida
el viento viejo de un monte.

No son más que migajas todas aquellas metáforas
ante tu colmada vida.

No es sabio el tronco
sin que alguien cuente su sabiduría,
no es frondosa la sombra
sin que alguien sepa que cobija.

No es hermosa la vida
sin el afán de vivirla.

Regar estrellas


Buscaba un dedal de ilusión
en un arte sin difusión,
y en un bosquejo de flores me caí
entre espinas e insectos,
logré disentir ante ti.

Vuelvo a cortar nubes 
para mecerme en la altura
de tu sabia locura,
escurridiza de amor.

Vuelvo hoy, 
a cultivar huertas 
de frases abiertas,
a regar estrellas,
para ti, mi bella.

Creer en mí


Creer en mí, en la ira absurda de mi ser 
inherente al sistemático ciclo de morir día a día
en la arena que lejos de ser suave es cortante,
pedacitos de rocas.

Creer en la miel azucarada, de abejas 
agotadas de danzar.
en la siesta nocturna de un búho incoherente,
en la luna que se remoja en la neblina.

Creer en mí, en la tristeza del ayer feliz,
en la fiesta popular del nacimiento del sol,
en la muerte del día, anticipada mediocridad.

Creer en mí, en mis celos agudos 
mis ojos marrones y caros,
en las mejillas en las palabras echas y caducadas,
en las tumbas de mis mechones
en la iglesia clásica,
en la muchedumbre de un 25 de mayo
en la cristalina sensación de paz.